El Colegio de la Santísima Trinidad

 

La presencia del pensamiento ilustrado en Mendoza, se concretó en la fundación del Colegio de la Santísima Trinidad. Según Arturo Roig (2005), se podría relacionar con el despertar del espíritu ilustrado, las actividades de la Junta Municipal de Temporalidades desde 1808, quien obtuvo el decreto de creación del Colegio en 1809, del entonces Virrey Cisneros. El autor de la iniciativa de la creación del Colegio fue Joaquín de Sosa y Lima, suegro de Tomás Godoy Cruz.

Como vimos en el periodo anterior, desde el momento de la incorporación de Mendoza al Virreinato del Río de la Plata, se manifestó una permanente preocupación por dotar a Mendoza de una casa de estudios superiores. Hombres, culturalmente influyentes de la ápoca, comenzaron a buscar los recursos económicos para este propósito. Así fue fundamental la colaboración pecuniaria del Teniente Coronel Miguel Teles Meneses quien donó una suma importante de dinero para conseguir la existencia del Colegio, hacia 1808.

Los sucesos e Mayo retrasaron la concreción del proyecto hasta 1817. El 14 de junio de ese año, el Cabildo informó al gobernador Toribio de Luzuriaga, la creación de una Junta Especial destinada a la materialización del Colegio. El día 16, el Cabildo contestó la nota en la cual comunicaba la clara intención de apoyar dicha iniciativa. A los pocos días y mientras se trabajaba para encontrar nuevas contribuciones económicas, el Cabildo se dirigió al Dr. Tomás Godoy Cruz, entonces Diputado por Mendoza en el Congreso General Constituyente, para solicitarle diferentes programas de enseñanza de establecimientos similares al que se proyectaba para Mendoza. Tomás Godoy Cruz se abocó inmediatamente a la tarea y comenzó analizando proyectos tales como uno trabajado por Chorroarín, Argerich y Rodríguez y otro del Instituto Nacional de Francia. Ninguno, de acuerdo al criterio de Godoy Cruz, era viable para nuestra provincia. Por esta razón el mismo Godoy Cruz elaboró un plan de ejecución teniendo en cuenta las características de la Provincia y los pocos recursos que se contaban para la fundación del Colegio.

Godoy Cruz expresaba las urgentes necesidades que se debían contemplar para la existencia del Colegio. Se necesitaba un profesor de Matemática, uno de Idioma Nacional, Latín y Francés y por último uno de Dibujo. El profesor de Matemática, en el que piensa Godoy Cruz, poseía no solamente conocimientos matemáticos sino también de Química, Geografía y Astronomía.

Mientras tanto el Gobernador Luzuriaga se dirigió al Director Supremo Pueyrredón, para hacerle saber de las aspiraciones de Mendoza de contar con este establecimiento educativo. El Cabildo también se expresaba así, en nota dirigida a Pueyrredón:

“Convenido este Ayuntamiento de que la verdadera prosperidad de los Estados depende íntimamente de su ilustración, y que esta es una esclava precisa para arribar a aquella, ha creído de su deber fomentarla por cuantos medios ha estado a su alcance; con este objeto se ha propuesto y agita la creación de un Colegio en esta ciudad donde se instruya nuestra juventud, especialmente en las ciencias exactas de cuyos conocimientos tan útiles a la sociedad, nos ha tenido privados una bárbara política/…/” (Gárgaro, Alfredo (1943). Plan de Estudios y Reglamento Inéditos del Colegio de la Santísima Trinidad de Mendoza.

Godoy Cruz, envía el personal docente prometido: Carlos Francisco Ambrosio Lozier, profesor de Matemática y Vicente Muñoz, profesor de Dibujo En una misiva posterior, Godoy Cruz prometió enviar a la brevedad el Plan de Estudios, por lo que queda demostrado que el mismo es de su autoría y no del presbítero Güiraldes, como los sostiene numerosa bibliografía.

Por otra parte Godoy Cruz, también se preocupó por que el Colegio contara con una biblioteca. Así el 1 de noviembre de 1817, le comunicaba al Cabildo la donación de cien libros y de un juego de mapas geográficos donados por el Barón de Vellina. También proponía un proyecto de suscripción voluntaria, ya fuera en dinero o libros, para engrandecer dicha biblioteca.

El 16 de octubre de 1817, Godoy Cruz envió el Plan de Estudios y el 9 de noviembre de dicho año tuvo lugar la inauguración del Establecimiento, bajo la dirección de Diego Estanislao Zavaleta. A los pocos días, el Cabildo le elevó al gobernador de cómo podrían cubrirse los cargos en el Colegio que se colocó bajo la advocación de la Santísima Trinidad:

·        Rector Interino: Presbítero Lorenzo Güiraldes

·        Vicerrector Interino: Presbítero: Juan Amancio Videla

·        Colector en Propiedad: Vicente Zapata

·        Maestro de Latinidad Interino: Presbítero Nolasco Mayorga

·        Maestro de Matemática en Propiedad: Carlos Ambrosio Losier

·        Director de la Academia de Dibujo en Propiedad: Vicente Muñoz

Con respecto al Plan de Estudios, y de acuerdo al análisis realizado por Alfredo Gárgaro, la materia a la cual se le daba mayor importancia era Idioma Nacional, descuidando el estudio del Latín, por creerlo de poco valor en la formación de la juventud. Se aconsejaba el aprendizaje del francés, por su indiscutido carácter iluminista. Con respecto a Filosofía, se comenzaba enseñando Lógica, luego Moral y por último Metafísica y la disertación entre profesores y alumnos debía hacerse siempre en Idioma Nacional y no en Latín.

Matemática se estudiaría en tres años:  Aritmética, Álgebra, Geometría y Trigonometría. También se daban contenidos de Astronomía, Navegación, Geografía, Arte en el levantamiento de planos, nivelación, etc. La enseñanza del Dibujo seguía los parámetros del Colegio de Buenos Aires.

Sin lugar a dudas, el Plan de Estudios revelaba claramente la orientación ilustrada de la institución. Se terminaba definitivamente con la tradición escolástica para dar paso a la filosofía de la Ilustración.

Los exámenes eran públicos, una vez año y los presidía una comisión especial. Contaba además el Colegio, con una comisión especial revisora del plan de estudios.

El colegio recibía a todos los hijos de ciudadanos previo pago de una pensión anual de ochenta pesos. Quedaban exceptuados los hijos de caciques, que eran admitidos de forma gratuita, tratando de que “a través de la ilustración se lograría la paz y tranquilidad pública, alejando las ideas de lucha entre los pobladores”.

Los certificados de estudios expedidos por este Colegio, eran reconocidos para poder ingresar a cualquier universidad de las entonces Provincias Unidas.

A partir de 1821, se complicó la vida del Colegio por cuestiones financieras. Por esa razón, entonces gobernador Pedro Molina, creó el 9 de agosto de 1822 una Junta Protectora del Colegio compuesta por cinco literatos: José Godoy (cura y vicario de la Ciudad), Manuel Ignacio Molina, Pedro Nolasco Ortiz, Manuel Calle y Nicolás Villanueva con las facultades de proponer al Gobierno los profesores que se encargarían de las cátedras, examinar los programas de estudio, velar por el cumplimiento del reglamento del Colegio y proponer los recursos económicos para el sostenimiento del mismo.

A las dificultades económicas se le sumó la crítica por el carácter liberal del plan de estudios del Colegio. Este conflicto se acentuó más aun a partir de 1821, cuando se incorporó al Colegio Juan Crisóstomo Lafinur, de marcado espíritu liberal, para dictar la cátedra de Filosofía. El Cabildo será su principal opositor y le pedirá al Gobernador, la separación del mismo del cargo. El conflicto ideológico tomó tan magnitud, que el Colegio cerró sus puertas en 1822. Al año siguiente y por pedido del Cabildo se consiguió la reapertura del Colegio. Sin embargo, la cantidad de alumnos disminuyó sensiblemente hasta que en 1829, el Colegio cerró nuevamente sus puertas. Los avatares de la guerra civil hicieron muy inestable la vida académica. En 1853 se produjo un resurgimiento del Colegio que desapareció luego del terremoto de 1861.